domingo, 11 de diciembre de 2011

La Brújula del Placer

Ir de compras, tener orgasmos, aprender, comer alimentos con muchas calorías, jugar a juegos de azar, bailar hasta la extenuación y jugar por internet activan señales que convergen en un pequeño grupo de regiones cerebrales conectadas entre sí del llamado circuito mesocorticolímbico del placer, donde se producen los “subidones” de dopamina. Es más, como nos cuenta el neurocientífico David J. Linden en La brújula del placer (Paidós, 2011), “hasta una simple idea puede activar al circuito del placer”. La parte “oscura” es que este circuito natural e innato también responde a sustancias artificiales como la cocaína, la nicotina o el alcohol, que crean adicciones peligrosas.

Linden, que se dedica a enseñar neurociencia en la Facultad de Medicina de la Universidad John Hopkins (EE UU), consigue en este libro explicar la neurobiología de lo placentero en un lenguaje asequible para todos los públicos. A lo largo de sus páginas habla del botón del placer, de sustancias que “colocan”, del placer de comer, del sexo, de la ludopatía y otras compulsiones modernas... Incluso se atreve a esbozar cómo será el escenario futuro de la ciencia del placer.

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